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Somos sujetos del Amor y Perdón Divino…

El cuarto paso de CoDA, implica realizar un inventario moral honesto y sin temor de nosotros mismos. Este paso es crucial, ya que implica una introspección profunda y el reconocimiento de nuestros defectos, comportamientos y actitudes, lo que puede ser un proceso doloroso y desafiante. Sin embargo, al enfrentarnos a nuestras verdades internas, comenzamos el camino hacia la autenticidad y la recuperación.

En este contexto, la fe y la creencia en Dios pueden ser pilares fundamentales. Creer en un poder superior nos brinda la fuerza y ​​la esperanza necesarias para enfrentar las verdades dolorosas sobre nosotros mismos. Dios representa un refugio seguro, un espacio de amor incondicional y aceptación, donde podemos presentar nuestras sombras sin temor a ser juzgados o rechazados.

La creencia en Dios también implica la creencia en la redención y la transformación. Al confiar en que somos amados por Dios a pesar de nuestros defectos y errores, encontramos el coraje para ser honestos en nuestro inventario moral. Saber que somos sujetos de amor y perdón divino, independientemente de nuestras imperfecciones, alienta la autoaceptación y la compasión hacia nosotros mismos.

El cuarto paso, entonces, no es solo un ejercicio de autoexamen, sino también de fe. La fe nos impulsa a creer que, a pesar de la oscuridad que podamos encontrar dentro de nosotros, siempre hay luz, esperanza y posibilidad de cambio. Creer en Dios nos recuerda que no estamos solos en este viaje y que, al final del túnel, nos espera la gracia y la renovación espiritual.

Al conectar con la divinidad, también encontramos un sentido de propósito y dirección. Dios nos ofrece un marco moral y ético que guía nuestro inventario, ayudándonos a discernir entre lo correcto y lo incorrecto y a encontrar significado en nuestras experiencias pasadas.

Este cuarto paso de CoDA, enmarcado en la creencia en Dios, se transforma en un acto de valentía y fe. Es a través de esta conexión divina que encontramos la fuerza para mirar dentro de nosotros mismos, abrazar nuestra humanidad imperfecta, y emprender el camino hacia la sanación y la autenticidad. La fe en Dios se convierte en el faro que nos guía a través de las sombras internas hacia la luz de la autoaceptación y el amor propio.

En el mensaje del Salmo 139:23-24, que dice: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” , se refleja la idea de la introspección y del deseo de ser guiado por Dios, lo cual es esencial en este cuarto paso, y se Invita a Dios a examinar y sondear el corazón y los pensamientos, lo que se alinea con la realización de un inventario moral honesto y sin temor. (Alpha).