Etiqueta: humildad

Servir a otros por Amor a Dios…

El Duodécimo Paso de CoDA dice: «Habiendo tenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a otros codependientes, y practicar estos principios en todos nuestros asuntos». Este paso se centra en la acción de compartir la sabiduría y el crecimiento espiritual adquiridos con otros, así como en la práctica constante de los principios aprendidos en todos los aspectos de la vida.

Desde un enfoque de las enseñanzas bíblicas, este paso refleja el mandato de Jesús a sus seguidores de ser la luz del mundo y de compartir las buenas nuevas del evangelio. En Mateo 5:16 (NVI), Jesús dice: «Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo». Este versículo subraya la importancia de vivir de acuerdo con los principios cristianos y de compartir con otros la transformación que se ha experimentado.

Además, el Duodécimo Paso recuerda el concepto bíblico de servicio y amor al prójimo. En Mateo 22:39 (NVI), se nos enseña a «Ama a tu prójimo como a ti mismo», lo que implica un compromiso con el bienestar de los demás y un deseo de compartir las bendiciones recibidas. Ayudar a otros codependientes a encontrar la recuperación y el despertar espiritual es un acto de amor y servicio, alineado con las enseñanzas de Jesús.

Finalmente, la idea de «practicar estos principios en todos nuestros asuntos» refleja la exhortación bíblica a vivir de manera íntegra y coherente con la fe. Santiago 1:22, nos insta a ser hacedores de la palabra y no solamente oidores, lo que enfatiza la importancia de la acción y la práctica constante de los principios aprendidos.

En resumen, el Duodécimo Paso de CoDA, visto a través del prisma de las enseñanzas bíblicas, nos llama a compartir la luz y la transformación que hemos experimentado con otros, a servir y amar al prójimo, y a vivir de manera coherente con los principios aprendidos, siendo fieles testimonios del amor y la gracia de Dios en todas nuestras relaciones y acciones. (Alpha).

Buscar Activamente la Voluntad de Dios…

El Onceavo Paso de CoDA nos invita a: «Buscar a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con un Poder Superior, tal como cada uno de nosotros lo conciba, pidiéndole solamente conocimiento de Su voluntad para nosotros y el poder para llevarla a cabo». Este paso resalta la importancia de la conexión espiritual, la búsqueda de la guía divina y la voluntad de actuar según lo que Dios desea para nosotros.

Desde un enfoque en el amor de Dios y nuestra obediencia a Él, este paso nos llama a sumergirnos en la relación con nuestro Creador, reconociendo que es la fuente de amor supremo y guiándonos por ese amor en nuestra vida diaria. La Biblia nos dice en 1 Juan 4:8 que «Dios es amor», y es este amor divino el que nos sostiene, guía y transforma.

La oración y la meditación son formas fundamentales de comunicación y reflexión, respectivamente, que nos conectan con Dios y nos permiten experimentar Su amor. A través de la oración, hablamos con Dios y expresamos nuestras necesidades, deseos, agradecimientos y arrepentimientos. La meditación nos permite escuchar a Dios, reflexionar sobre Su Palabra y entender Su voluntad para nuestras vidas.

Jesús enseñó a sus seguidores a orar: «Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:10). Esta enseñanza refleja el corazón del Onceavo Paso, que es buscar y obedecer la voluntad de Dios. Nuestra obediencia a Él no es una obligación onerosa, sino una respuesta amorosa a un Dios que nos ama incondicionalmente.

La búsqueda constante de la voluntad de Dios y el poder para llevarla a cabo nos lleva a una vida alineada con los propósitos divinos. Filipenses 2:13, nos recuerda: «porque Dios es quien produce en ustedes tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad». Al sintonizarnos con la voluntad de Dios y actuar en obediencia, nos convertimos en instrumentos de Su amor, paz y justicia en el mundo.

El Onceavo Paso de CoDA, desde la perspectiva del amor de Dios y nuestra obediencia a Él, nos invita a profundizar nuestra relación con Dios a través de la oración y la meditación, a buscar activamente Su voluntad y a vivir de acuerdo a ella, reconociendo que en este proceso encontramos la verdadera libertad y plenitud. (Alpha).

Evaluar nuestro corazón y acciones a la luz de la verdad divina….

El Décimo Paso de CoDA nos insta a «Continuar con nuestro inventario personal y, cuando nos equivocamos, admitirlo inmediatamente». Este paso está impregnado de autoexamen continuo y de la humildad para reconocer y admitir nuestros errores, lo cual resuena profundamente con las enseñanzas bíblicas sobre el arrepentimiento y la obediencia a Dios.

Este paso refleja la necesidad constante de evaluar nuestro corazón y acciones a la luz de la verdad divina. La Biblia nos insta a examinarnos a nosotros mismos regularmente para asegurarnos de que estamos viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios. El apóstol Pablo en 2 Corintios 13:5, nos exhorta: «Examínense a sí mismos para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes, a menos, claro está, que no den la prueba?» Este autoexamen y reconocimiento inmediato de los errores es fundamental para mantener una relación íntima y obediente con Dios.

Proverbios 28:13, nos recuerda que: «El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia». Aquí vemos la importancia de admitir los errores y la promesa de misericordia que viene con la confesión y el arrepentimiento.

El Décimo Paso de CoDA también nos invita a una práctica constante de humildad, característica fundamental de la obediencia a Dios. La humildad nos abre a la corrección y nos mantiene en una posición de aprendizaje y crecimiento espiritual. Santiago 4:10 (NVI) nos aconseja: «Humíllense delante del Señor, y él los exaltará». Esta humildad ante Dios es esencial para mantener un corazón arrepentido y una vida en obediencia.

En resumen, el Décimo Paso de CoDA, a la luz de la obediencia a Dios, nos lleva a un profundo autoexamen, a la confesión de nuestros errores y a vivir en humildad. Esta práctica continua no solo nos alinea con la voluntad de Dios, sino que también fortalece nuestro carácter y nos acerca más a una vida de paz y armonía, tanto internamente como en nuestras relaciones con los demás. Es un recordatorio de la necesidad de vivir en la verdad y en la luz de la presencia de Dios, admitiendo nuestras faltas y buscando su misericordia y dirección en cada paso del camino. (Alpha).

Solo en Dios hay una Verdadera Transformación…

El Octavo Paso de CoDA establece: «Hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar el daño causado». Este paso es crucial ya que implica responsabilidad, reconciliación y reparación, que son elementos esenciales en el proceso de transformación espiritual.

Desde una perspectiva que considera que solo en Dios hay una verdadera transformación espiritual, este paso puede interpretarse como un acto de obediencia y sumisión a la voluntad divina. La Biblia enseña que la reconciliación y la reparación son actos que reflejan el amor y la misericordia de Dios, y nos llama a buscar la paz y la reconciliación con nuestros semejantes.

Mateo 5:23-24, puede servir como base bíblica para este análisis: «23 Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.» Este pasaje ilustra la importancia de la reconciliación con los demás antes de acercarse a Dios. Refleja la idea de que la verdadera transformación espiritual implica no solo la relación con Dios sino también las relaciones con los demás.

Santiago 5:16, también refuerza este concepto: «16 Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.» El acto de confesarse unos a otros y orar por la sanación resalta la importancia de la comunidad y las relaciones en el proceso de transformación espiritual. La responsabilidad y la disposición para reparar el daño causado son expresiones de humildad y amor al prójimo, cualidades esenciales en la vida cristiana.

En este sentido, el Octavo Paso de CoDA, bajo la luz de la convicción de que solo en Dios hay una verdadera transformación espiritual, nos lleva a un proceso de reconciliación y reparación que refleja los principios bíblicos del amor, la humildad y la responsabilidad. Nos invita a buscar la paz con aquellos a quienes hemos ofendido, reconociendo que la transformación espiritual es un camino que se recorre tanto en la relación vertical con Dios como en las relaciones horizontales con los demás. (Alpha).

No estamos solos en nuestro viaje de recuperación…

El Quinto Paso de CoDA, implica admitir ante Dios, ante nosotros mismos y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras faltas. Este paso es una continuación del viaje introspectivo iniciado en el Cuarto Paso y representa un acto de humildad y honestidad, crucial para el proceso de sanación.

Desde la óptica de un creyente en el poder sanador de Dios, el Quinto Paso se percibe como un momento de liberación y redención. Admitir nuestras faltas y equivocaciones no solo ante nosotros mismos, sino también ante Dios y otro ser humano, implica un acto de vulnerabilidad y sinceridad que nos acerca más a la verdad y a la luz divina.

La creencia en el poder sanador de Dios aporta una dimensión adicional de esperanza y confianza en este paso. Al admitir nuestras faltas ante Dios, somos conscientes de que estamos en presencia de un ser misericordioso y compasivo, dispuesto a perdonar y a sanar nuestras heridas. La fe nos asegura que, a pesar de nuestros errores y defectos, somos dignos de amor y redención.

Este acto de confesión y reconocimiento también nos lleva a un encuentro más profundo con la gracia de Dios. Al ser honestos sobre nuestras imperfecciones, nos abrimos a la acción transformadora de Dios en nuestras vidas, permitiendo que Su amor y luz penetren en nuestras áreas de oscuridad y nos guíen hacia la sanación y la paz.

El Quinto Paso también implica admitir nuestras faltas ante otro ser humano. Este componente del paso refuerza la idea de comunidad y apoyo mutuo, recordándonos que no estamos solos en nuestro viaje de recuperación. Al compartir nuestras verdades con otro, experimentamos la compasión y empatía que reflejan el amor de Dios, y encontramos fuerza y apoyo en la conexión con los demás.

Este paso es un camino hacia la liberación y la gracia, un encuentro con la misericordia y el amor de Dios que nos lleva a la sanación y la autenticidad. La fe en el poder sanador de Dios se convierte en la base sobre la cual construimos nuestra recuperación y buscamos vivir de una manera más auténtica y conectada con nuestra esencia divina.

Un versículo que puede servir como sustento de este análisis es Santiago 5:16…“Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz.” Este versículo ilustra la importancia de confesarse unos a otros y de la intercesión mediante la oración, lo que se relaciona con admitir nuestras faltas no solo ante Dios, sino también ante otro ser humano, tal como se sugiere en el Quinto Paso de CoDA. La mención de la sanación que proviene de esta confesión y oración también refuerza la idea del poder sanador de Dios presente en el análisis. (Alpha).

Somos sujetos del Amor y Perdón Divino…

El cuarto paso de CoDA, implica realizar un inventario moral honesto y sin temor de nosotros mismos. Este paso es crucial, ya que implica una introspección profunda y el reconocimiento de nuestros defectos, comportamientos y actitudes, lo que puede ser un proceso doloroso y desafiante. Sin embargo, al enfrentarnos a nuestras verdades internas, comenzamos el camino hacia la autenticidad y la recuperación.

En este contexto, la fe y la creencia en Dios pueden ser pilares fundamentales. Creer en un poder superior nos brinda la fuerza y ​​la esperanza necesarias para enfrentar las verdades dolorosas sobre nosotros mismos. Dios representa un refugio seguro, un espacio de amor incondicional y aceptación, donde podemos presentar nuestras sombras sin temor a ser juzgados o rechazados.

La creencia en Dios también implica la creencia en la redención y la transformación. Al confiar en que somos amados por Dios a pesar de nuestros defectos y errores, encontramos el coraje para ser honestos en nuestro inventario moral. Saber que somos sujetos de amor y perdón divino, independientemente de nuestras imperfecciones, alienta la autoaceptación y la compasión hacia nosotros mismos.

El cuarto paso, entonces, no es solo un ejercicio de autoexamen, sino también de fe. La fe nos impulsa a creer que, a pesar de la oscuridad que podamos encontrar dentro de nosotros, siempre hay luz, esperanza y posibilidad de cambio. Creer en Dios nos recuerda que no estamos solos en este viaje y que, al final del túnel, nos espera la gracia y la renovación espiritual.

Al conectar con la divinidad, también encontramos un sentido de propósito y dirección. Dios nos ofrece un marco moral y ético que guía nuestro inventario, ayudándonos a discernir entre lo correcto y lo incorrecto y a encontrar significado en nuestras experiencias pasadas.

Este cuarto paso de CoDA, enmarcado en la creencia en Dios, se transforma en un acto de valentía y fe. Es a través de esta conexión divina que encontramos la fuerza para mirar dentro de nosotros mismos, abrazar nuestra humanidad imperfecta, y emprender el camino hacia la sanación y la autenticidad. La fe en Dios se convierte en el faro que nos guía a través de las sombras internas hacia la luz de la autoaceptación y el amor propio.

En el mensaje del Salmo 139:23-24, que dice: “Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno” , se refleja la idea de la introspección y del deseo de ser guiado por Dios, lo cual es esencial en este cuarto paso, y se Invita a Dios a examinar y sondear el corazón y los pensamientos, lo que se alinea con la realización de un inventario moral honesto y sin temor. (Alpha).

Impotencia ante la Codependencia y Fortaleza en la Fe…

El primer paso en el programa de CoDA nos invita a admitir nuestra impotencia ante la codependencia y reconocer que nuestras vidas se han vuelto ingobernables. Este paso, visto a través del prisma de la fe, se convierte en un acto de humildad y rendición ante Dios.

Al admitir nuestra impotencia, reconocemos que, por nosotros mismos, somos incapaces de superar la codependencia, y que necesitamos algo más grande que nosotros para encontrar la sanación. Aquí es donde nuestra relación con Dios se vuelve fundamental. La fe nos lleva a aceptar que, aunque somos frágiles e imperfectos, no estamos solos en nuestra lucha.

Al rendirnos ante Dios, depositamos nuestras cargas a Sus pies y confiamos en Su amor y gracia para guiarnos en nuestro camino hacia la recuperación. Esta rendición no es signo de debilidad, sino de fortaleza, ya que reconoce la omnipotencia de Dios y nuestra necesidad de Su intervención en nuestras vidas.

La relación de fe con Dios nos proporciona esperanza y fortaleza. Nos recuerda que somos amados incondicionalmente y que, a pesar de nuestras luchas y fallos, somos dignos de amor y redención. La fe ilumina nuestro camino, ofreciéndonos una fuente inagotable de consuelo y apoyo.

Al aplicar el primer paso de CoDA a la luz de la fe, no solo nos enfrentamos a nuestra propia realidad, sino que también nos abrimos a la acción transformadora de Dios en nuestras vidas. Esta apertura nos permite experimentar una renovación interior, un renacimiento del espíritu, que es esencial para superar la codependencia y construir relaciones más saludables y equilibradas.

El primer paso de CoDA, en conjunción con una sólida relación de fe con Dios, sienta las bases para una recuperación profunda y duradera, marcada por la gracia, la esperanza y el amor divino.

¿En qué se sustenta este análisis? En 2 Corintios 12:9-10, se expresa: «9 Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por eso, por amor a Cristo me regocijo en las debilidades, en los insultos, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.»

Este versículo refleja la idea de que, en nuestra debilidad e impotencia, encontramos la fuerza y el poder de Dios. Al admitir nuestras limitaciones y rendirnos ante Dios, nos abrimos a Su gracia y amor, que son suficientes para superar nuestras luchas y guiarnos hacia la recuperación. (Alpha).

No hay vergüenza en ser Dependiente…

Después de aprender acerca de la codependencia y las conductas involucradas con ella, y luego trabajar en la elección de diferentes opciones de conducta, como desprenderse, dejar de lado, sentir mis emociones y establecer y reforzar límites, incluso decir que no, comencé a sentirme … avergonzado por haber sido tan descaradamente codependiente.
Había sido la chica del cartel para el estereotipo obsesivo, controlador, obsesivo, retorcido de manos, agobiado por la ansiedad, plagado de personas, asociado a menudo a personas que se identifican a sí mismas como «codependientes».
Ser codependiente no era glamoroso. No era algo de lo que estuviera orgulloso.
Entonces empecé a comprender: no es vergonzoso ser codependiente o haber sido así.
Al tomar decisiones y elecciones, todos tomamos en consideración varios factores: el impacto de nuestra elección en las personas que amamos, los resultados de esa elección en nuestras vidas (y las de otras personas) y otras consideraciones.

Ser «Codependiente» no significa que estemos locos. Y no es motivo de vergüenza. Significa que ahora estamos considerando conscientemente las motivaciones para nuestras decisiones. Para muchos de nosotros, significa que, en lugar de tomar nuestras decisiones únicamente para complacer a otros, o para tratar de controlarlos, estamos considerando todas nuestras opciones y, finalmente, (para muchos de nosotros), comprender el impacto de nuestras decisiones y comportamientos. en nosotros mismos Aprendimos que también importamos.
No hay necesidad de avergonzarse de ser (y permanecer).
No hay que avergonzarse de haber pasado por el proceso de permitir que la codependencia (de manera negativa) afecte nuestras vidas, y luego aprender a dejar de intentar hacer lo que es imposible (controlar a los demás) y comenzar a centrarse en lo posible: cuidar bien Nosotros mismos. Conscientemente y de una manera que tenga en cuenta a los demás y (al fin) a nosotros mismos cuando tomamos decisiones.
Sentirse avergonzado de las diferentes etapas de la vida que experimentamos en el camino de convertirnos en quienes somos ahora no es diferente de encogerse cuando vemos fotos de cómo usábamos nuestro cabello hace 25 años. Podemos sentirnos de esa manera; pero no es necesario. Estábamos haciendo lo que pensábamos mejor, en ese momento.
No estábamos locos, incluso a la altura de nuestra obsesión y control. Fuimos codependientes de factores no saludables en nuestras decisiones y comportamientos.
Para muchos millones de nosotros, esa revelación fue y sigue siendo un gran alivio. Nos liberamos para vivir nuestras vidas de una manera que era y sigue siendo lo mejor para nosotros.
!No hay vergüenza en eso!

(Melody Beattie).

Meditacion 30 de Octubre: Siguiendo la corriente

Ir con el flujo.
Deja ir el miedo y tu necesidad de controlar. Renuncia a la ansiedad. Deja que se escape, mientras se sumerge en el río del momento presente, el río de su vida, su lugar en el universo.
Deja de intentar forzar la dirección. Intenta no nadar contra la corriente, a menos que sea necesario para tu supervivencia. Si te has estado aferrando a una sucursal en la orilla del río, déjate llevar.
Déjate avanzar.
Evita los rápidos cuando sea posible. Si no puedes, mantente relajado. Mantenerse relajado puede llevarlo con seguridad a través de corrientes feroces. Si te hundes por un momento, permítete salir a la superficie de forma natural. Vas a.
Apreciar la belleza del paisaje, tal como es. Ver las cosas con frescura, con novedad. ¡Nunca más pasarás por el escenario de hoy!
No pienses demasiado sobre las cosas. El flujo está destinado a ser experimentado. Dentro de ella, cuídate. Eres parte del flujo, una parte importante. Trabaja con el flujo. Trabaja dentro del flujo. Agitarse no es necesario. Deja que el flujo te ayude a cuidarte. Permita que lo ayude a establecer límites, tomar decisiones y llevarlo a donde necesita estar cuando llegue el momento.
Puedes confiar en el flujo y tu parte en él.

Hoy, iré con la corriente.

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós- Meditaciones para Codependientes).

Meditación 22 de Octubre: Celebrar

Tómese el tiempo para celebrar.
Celebra tus éxitos, tu crecimiento, tus logros. Celebrarte y ser quien eres
Durante demasiado tiempo has sido muy duro contigo mismo. Otros han derramado su energía negativa -sus actitudes, creencias, dolor- sobre usted. ¡No tuvo nada que ver contigo! Todo el tiempo, has sido un regalo para ti y para el Universo.
Eres un hijo de Dios. Hermosa, una delicia, una alegría. No tienes que esforzarte más, ser mejor, ser perfecto o ser lo que no eres. Tu belleza está en ti, tal como eres en cada momento.
Celebra eso.
Cuando tienes éxito, cuando logras algo, disfrútalo. Pausa, reflexiona, regocíjate. Demasiado tiempo has escuchado advertencias para no sentirte bien con lo que has hecho, no sea que viajes por el camino hacia la arrogancia.
La celebración es una gran forma de alabanza, de gratitud al Creador por la belleza de la creación de Dios. Disfrutar y celebrar lo bueno no significa que te lo quitarán. Celebrar es deleitarse en el regalo, mostrar gratitud.
¡Celebra tus relaciones! ¡Celebre las lecciones del pasado y el amor y la calidez que hay allí hoy! ¡Disfruta la belleza de los demás y su conexión contigo!
¡Celebra todo lo que hay en tu vida! ¡Celebra todo lo que es bueno! ¡Celebrate!

Hoy, me complaceré en la alegría de celebrar.

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós-Meditaciones para Codependientes).