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Evaluar nuestro corazón y acciones a la luz de la verdad divina….

El Décimo Paso de CoDA nos insta a «Continuar con nuestro inventario personal y, cuando nos equivocamos, admitirlo inmediatamente». Este paso está impregnado de autoexamen continuo y de la humildad para reconocer y admitir nuestros errores, lo cual resuena profundamente con las enseñanzas bíblicas sobre el arrepentimiento y la obediencia a Dios.

Este paso refleja la necesidad constante de evaluar nuestro corazón y acciones a la luz de la verdad divina. La Biblia nos insta a examinarnos a nosotros mismos regularmente para asegurarnos de que estamos viviendo de acuerdo con la voluntad de Dios. El apóstol Pablo en 2 Corintios 13:5, nos exhorta: «Examínense a sí mismos para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes, a menos, claro está, que no den la prueba?» Este autoexamen y reconocimiento inmediato de los errores es fundamental para mantener una relación íntima y obediente con Dios.

Proverbios 28:13, nos recuerda que: «El que encubre sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia». Aquí vemos la importancia de admitir los errores y la promesa de misericordia que viene con la confesión y el arrepentimiento.

El Décimo Paso de CoDA también nos invita a una práctica constante de humildad, característica fundamental de la obediencia a Dios. La humildad nos abre a la corrección y nos mantiene en una posición de aprendizaje y crecimiento espiritual. Santiago 4:10 (NVI) nos aconseja: «Humíllense delante del Señor, y él los exaltará». Esta humildad ante Dios es esencial para mantener un corazón arrepentido y una vida en obediencia.

En resumen, el Décimo Paso de CoDA, a la luz de la obediencia a Dios, nos lleva a un profundo autoexamen, a la confesión de nuestros errores y a vivir en humildad. Esta práctica continua no solo nos alinea con la voluntad de Dios, sino que también fortalece nuestro carácter y nos acerca más a una vida de paz y armonía, tanto internamente como en nuestras relaciones con los demás. Es un recordatorio de la necesidad de vivir en la verdad y en la luz de la presencia de Dios, admitiendo nuestras faltas y buscando su misericordia y dirección en cada paso del camino. (Alpha).