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Necesidad de controlar a otros…

¿Por qué a las mujeres nos atrae tan profundamente la idea de convertir a alguien infeliz, enfermo o peor en nuestra pareja perfecta? ¿Por qué es un concepto tan atractivo, tan perdurable?
Para algunos, la respuesta parecería obvia: la ética judeo—cristiana encarna el concepto de ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros. Nos enseñan que es nuestro deber responder con compasión y generosidad cuando alguien tiene un problema. No juzgar sino ayudar: ésa parece ser nuestra obligación moral.
Lamentablemente, estos motivos virtuosos de ninguna manera explican por completo el comportamiento de millones de mujeres que eligen como pareja a hombres que son crueles, indiferentes, abusivos, emocionalmente inaccesibles, adictos, o incapaces por alguna otra razón de ser cariñosos y de interesarse por ellas. Las mujeres que aman demasiado hacen esas elecciones impulsadas por una necesidad de controlar a quienes están más cerca de ellas.
Esa necesidad de controlar a otros se origina en la niñez, durante la cual se experimentan muchas emociones abrumadoras: miedo, furia, insoportable tensión, culpa, vergüenza, pena por otros y por uno mismo. Una niña que creciera en un ambiente así sería afectada por esas emociones hasta el punto de ser incapaz de funcionar a menos que desarrollara formas de protegerse. Siempre, sus herramientas de autoprotección incluyen un poderoso mecanismo de defensa, la negación, y una igualmente poderosa motivación subconsciente, el control. Todos empleamos inconscientemente mecanismos de defensa tales como la negación a lo largo de nuestra vida, a veces por cuestiones bastante triviales y otras veces por asuntos y acontecimientos importantes. De otro modo, tendríamos que enfrentar hechos acerca de quiénes somos y lo que pensamos y sentimos que no concuerdan con nuestra imagen idealizada de nosotros mismos y de nuestras circunstancias.

(Robin Norwood de su Libro Las Mujeres que Aman demasiado).

Otro Enfoque sobre la Codependencia…

Significado

La Codependencia sería, pues, una forma de adicción como la drogodependencia, la ludopatía u otras adicciones.
El término hoy día hace referencia a la actitud obsesiva y compulsiva hacia el control de otras personas y las relaciones, fruto de la propia inseguridad. Y es condición necesaria que el trastorno o la enfermedad de la otra persona sea crónica, pero llevando asociada la esperanza de que puede ser curada.

La expresión sintomática del codependiente se caracteriza por la necesidad de tener el control sobre el otro, por una baja autoestima, por un locus de control externo, por una sensación de escasa autoeficacia, por un autoconcepto negativo, por la dificultad para poner límites, por la represión de emociones, por hacer propios los problemas del otro, por la incapacidad para pedir ayuda, por la negación del problema, por ideas obsesivas y conductas compulsivas, por el miedo a ser abandonado, a la soledad o al rechazo. Además los codependientes suelen ser extremistas, o hiperresponsables o demasiado irresponsables, se niegan a sí mismos y se sienten víctimas porque sacrifican su propia felicidad, toman todo en serio, tienen dificultad para la diversión y se juzgan sin misericordia.

Tipología de la codependencia

Se han identificado cuatro tipos de codependientes:

– El codependiente directo que presenta uno de los comportamientos que genera más dificultades en el proceso terapéutico porque su conducta va desde proporcionarle la droga hasta dinero o el lugar donde pueda consumir la droga.
– El codependiente indirecto mantiene una conducta de oposición declarada y objetiva a la adicción del familiar pero, a la vez, protege al adicto, y evitan que se responsabilice de sus acciones.
– El codependiente tolerante desempeña el rol de sufridor. Su rol no es modificar el comportamiento del adicto sino contemplar como se autodestruye pero queriendo sacar lo que queda de bueno y noble en él.
– El codependiente perseguidor es el familiar más comprometido en controlar la conducta autodestructiva del adicto. Despliega un sistema de conducta para descubrirlo. Es el que opera con un control externo.

La codependencia puede también ser percibida en el comportamiento de los hijos de drogodependientes, de enfermos mentales graves y en los hijos que han perdido a un progenitor a una edad temprana. Cuatro suelen ser los roles de estos hijos.

Desarrollo de la codependencia

Los cambios que ocurren en la interacción entre le niño y la figura de apego puede determinar la aparición del conflicto del vínculo. Este puede surgir cuando al niño se le comienza a exigir un comportamiento más adecuado a lo que se considera socialmente es deseable, instándole a adquirir mayor autonomía e independencia, cuando al mismo tiempo no tiene con la figura de apego una relación íntima, cálida y continua, en la que los dos encuentren alegría y satisfacción. El niño siente que si se preocupa y le presta servicio a la figura de apego es correspondido y si no se preocupa y no le sirve puede ser abandonado o rechazado.

El niño percibe el desinterés o desapego de la madre o figura sustituta. Y busca apoyo y compañía sometiéndose, halagándola y satisfaciéndola por todos sus medios. El niño permanece atento a sus señales que le informan sobre los gustos de la madre, y por supuesto evita cualquier agresión. Lo que genera que el niño sienta una particular debilidad centrada en la necesidad de protección que le hace buscar la compañía de la madre.

También la vinculación defectuosa puede generar lo que ha venido en denominarse la “absorción emocional” que tiene lugar cuando al niño no se le permite separarse de la madre en el momento oportuno. Si una madre o figura sustituta es sobreprotectora y no acaba de distanciarse y de aflojar los lazos para permitir que el niño se convierta en una persona independiente, entonces el niño no se vinculará adecuadamente.

De manera que la codependencia puede forjarse a partir de las necesidades no satisfechas en el ser humano durante su infancia, las cuales han impedido una maduración conveniente para poder adaptarse a situaciones de relaciones interpersonales.

Cuando las necesidades físicas y emocionales del niño no son satisfechas de una manera adecuada, su self verdadero, auténtico va construyendo las etapas evolutivas con el apoyo de un yo subordinado que desarrolla roles que le permiten superar las experiencias problemáticas de la infancia, y que para sobrevivir le incita al niño a aprender a “servir a los demás” descuidándose a sí mismo.
Los codependientes insisten en repetir las mismas conductas ineficaces que utilizaron cuando eran niños para sentirse aceptados, queridos o importantes y mediante esas conductas buscan aliviar el dolor y la pena por sentirse abandonados. Sin embargo, paradójicamente las conductas codependientes perpetúan esos sentimientos.

Este vínculo defectuoso que establece el codependiente está colocado en la preocupación por lo que el otro piensa, en el miedo a la pérdida de la relación, sintiendo y vivenciando la culpa y siempre tratando de reparar. El codependiente percibe un mundo interrelacional peligroso, entre la necesidad de proteger y el temor a ser abandonado, anticipando la excesiva separación y sobre todo la pérdida de amor.

La acción de estos factores precipitantes sobre la vulnerabilidad previa, provoca los síntomas que identifican a la codependencia. Y los factores de mantenimiento actúan sobre los factores precipitantes para que su acción haga que perdure la codependencia. Estos factores mantenedores son distorsiones cognitivas, sobre todo del tipo de creer que su razonamiento es el que contiene mayor nivel de certeza como negar sus necesidades básicas o confiar en una solución casi mágica de la adicción o enfermedad del otro.

De manera que el término codependencia hace referencia a que la dependencia es cosa de dos: un sumiso (dependiente manifiesto) y un controlador (dependiente larvado) que se necesitan mutuamente para la supervivencia emocional. Una caricatura adulta de la simbiosis original madre-hijo.

Abordaje

Aquí se propone la Psicoterapia Interpersonal que trataría de reconstruir la identidad dañada del codependiente a través del fomento de la autoestima, del reconocimiento de sus sentimientos, de potenciar sus habilidades relacionales, de favorecer su autoconcepto positivo y de su asertividad. De manera que el objetivo sería ir convirtiéndose en uno mismo, con actitudes, opciones y comportamientos libres.
Se ha señalado que la codependencia es una entidad diagnóstica curable. Pero sin un tratamiento adecuado puede convertirse en una adicción a sustancias químicas. Por lo que se incide en la necesidad ineludible de trabajar la independencia.
Este abordaje es una adaptación de la Psicoterapia Interpersonal, que comenzó siendo utilizada en la depresión y más tarde en la distimia, en trastornos alimentarios, en el trastorno bipolar, en el trastorno borderline de la personalidad y en drogodependencias. Está basado en un enfoque pluralista, no doctrinario y empírico.
La actitud del terapeuta es activa y no pasiva ni neutral; y la relación terapéutica no es una relación de amistad, ni es analizada como una manifestación de la transferencia.

Estrategias

Se organizan en tres fases:

Fase Primera

En ella se realiza un contrato terapéutico explícito y se trata de relacionar la codependencia con el contexto interpersonal, revisando ordenadamente las relaciones interpersonales pasadas en relación con lo actual, ya que la codependencia es un estilo de vida y de relación.
Después se procedería a determinar los objetivos del tratamiento que pasarían por:
. Reconocer y aceptar la existencia de un problema, porque experimentan emociones negativas perturbadoras que les impiden abandonar la relación insatisfactoria.
. Desprenderse emocionalmente de los problemas de los demás, ya que no tienen porqué ser abandonados, porque son dignos, alguien bueno les podrá aceptar y merecen algo mejor.
. Responder con acciones y no únicamente con preocupación, dejando el rol de sufridor.
. Centrar la atención y la energía en su propia vida y no en otra relación.
. Asumir su responsabilidad no viviendo la situación con sentimiento de culpa (Bononato, 1996), porque los codependientes suelen sentirse responsables últimos de la adicción o del problema del otro.
. Salir del ambiente familiar implica fortalecer las fronteras de la familia y abrir otros círculos: asociaciones, trabajo o voluntariado.

Fase Segunda

Se trabajan las principales problemas interpersonales actuales y se abarcarían las siguientes áreas-problemas:

. Duelo: la relación actual de codependencia se pone en conexión con otras relaciones anteriores y se exploran los sentimientos asociados tanto positivos como negativos y se analiza qué obtienen y qué perderían en esa relación.
. Disputas personales: consiste en recobrar la libertad de formar nuevos vínculos y relizar cambios activamente aunque no tengan éxito.
. Déficit interpersonales: se relaciona la codependencia con los problemas de aislamiento social o de insatisfacción y se exploran las pautas repetitivas en las relaciones.
. Transiciones de rol: consiste en explorar las posibilidades de un nuevo rol más autónomo, en desarrollar nuevas habilidades para el desempeño del mismo y evaluar de forma realista lo que puede perderse.

Fase Tercera

En ella se pasa revista a los progresos efectuados y se trata de hablar explícitamente de la finalización de la relación terapéutica, en reconocer que este final es un periodo de separación, despedida y duelo, en reforzar el sentimiento de independencia del paciente y en estar dispuesto a abandonar y a ser abandonado.

Técnicas

Se sugieren entre otras, las técnicas exploratorias que pueden ser directivas y no directivas (preguntas, verbalizaciones genéricas, abiertas).

Otra técnica es el nudo del problema que es una forma de hacer un gráfico de las posiciones relacionadas de diversos miembros del sistema familiar en el ámbito de las construcciones que tienen los unos de los otros y de las acciones que son coherentes con esas construcciones.

Otra es la autocaracterización y la caracterización de la familia o de su relación de dependencia que consiste en dar al cliente instrucciones para que escriba de forma libre una descripción de sí mismo, de su familia o de su relación de dependencia, tal como la escribiría alguien real o imaginario que conociera al cliente o familia íntimamente y de forma comprensiva, quizá mejor que nadie. La descripción resultante es en sí misma una útil herramienta de evaluación y se puede usar para estimular la creación de un papel alternativo como base para la terapia de rol fijo.

Ésta consiste en el desarrollo y la representación de una identidad o rol hipotético, que tiene implicaciones nuevas para ver y vivir la vida de manera diferente. A la identidad alternativa se le da un nombre diferente al del cliente. El cliente representa el papel en la vida diaria sin informar a los otros del experimento, pero sólo durante un periodo fijo de tiempo, después del cual se deshecha la identidad hipotética, y el terapeuta y el cliente comentan las implicaciones del ejercicio para reinventar la biografía del cliente.

Y también la técnica del juego del rol en la que el terapeuta asume una determinada persona en la vida del paciente para explorar los sentimientos y estilo de comunicación del paciente con los demás y probar y practicar nuevas formas de comportarse con otros.

La clarificación que es utilizada para reestructurar el material que trae el sujeto y devolvérselo como feed-back.

Otras técnicas son el autorregistro de hábitos o conductas, el cuestionar creencias inadecuadas, la práctica de habilidades nuevas, la resolución de problemas, reformular que consiste en poner el problema presentado en unos términos que son distintos a los empleados por el sujeto o la familia, pero más viable para el planteamiento terapéutico y preguntándole si es lo que quería decir, la dramatización, la paradoja que consiste en indicaciones para realizar intencionalmente precisamente aquellas cosas que el consultante quiere dejar de hacer, el alentar la expresión de afectos para que el sujeto reconozca y acepte sentimientos dolorosos que no pueden o no deben cambiar y que desarrolle afectos deseables nuevos para conseguir cambios interpersonales deseados, la prescripción de rituales son una serie de tareas ceremoniales que constan de diversos pasos, y que involucran a todos los miembros de la familia y que, por lo común, tienen significado simbólico, y el cuestionamnto circular, a través de él se revelan relaciones y diferencias entre miembros de la familia. Implican cuestiones triádicas donde a un miembro de la familia se le invita a describir cómo otros miembros se relacionan o reaccionan a algunos hechos familiares.

La especificidad de la psicoterapia interpersonal son sus estrategias, no sus técnicas. Por lo que cabe la posibilidad de utilizar todas las técnicas que sirvan para reconstruir el propio pasado y discernir en él nuevos temas que apunten hacia un futuro más esperanzador suelen ser efectivas. De ahí su eclecticismo técnico.

(Tomado de su texto original: https://psiquiatria.com/adicciones/un-enfoque-de-la-codependencia/).

No hay vergüenza en ser Dependiente…

Después de aprender acerca de la codependencia y las conductas involucradas con ella, y luego trabajar en la elección de diferentes opciones de conducta, como desprenderse, dejar de lado, sentir mis emociones y establecer y reforzar límites, incluso decir que no, comencé a sentirme … avergonzado por haber sido tan descaradamente codependiente.
Había sido la chica del cartel para el estereotipo obsesivo, controlador, obsesivo, retorcido de manos, agobiado por la ansiedad, plagado de personas, asociado a menudo a personas que se identifican a sí mismas como «codependientes».
Ser codependiente no era glamoroso. No era algo de lo que estuviera orgulloso.
Entonces empecé a comprender: no es vergonzoso ser codependiente o haber sido así.
Al tomar decisiones y elecciones, todos tomamos en consideración varios factores: el impacto de nuestra elección en las personas que amamos, los resultados de esa elección en nuestras vidas (y las de otras personas) y otras consideraciones.

Ser «Codependiente» no significa que estemos locos. Y no es motivo de vergüenza. Significa que ahora estamos considerando conscientemente las motivaciones para nuestras decisiones. Para muchos de nosotros, significa que, en lugar de tomar nuestras decisiones únicamente para complacer a otros, o para tratar de controlarlos, estamos considerando todas nuestras opciones y, finalmente, (para muchos de nosotros), comprender el impacto de nuestras decisiones y comportamientos. en nosotros mismos Aprendimos que también importamos.
No hay necesidad de avergonzarse de ser (y permanecer).
No hay que avergonzarse de haber pasado por el proceso de permitir que la codependencia (de manera negativa) afecte nuestras vidas, y luego aprender a dejar de intentar hacer lo que es imposible (controlar a los demás) y comenzar a centrarse en lo posible: cuidar bien Nosotros mismos. Conscientemente y de una manera que tenga en cuenta a los demás y (al fin) a nosotros mismos cuando tomamos decisiones.
Sentirse avergonzado de las diferentes etapas de la vida que experimentamos en el camino de convertirnos en quienes somos ahora no es diferente de encogerse cuando vemos fotos de cómo usábamos nuestro cabello hace 25 años. Podemos sentirnos de esa manera; pero no es necesario. Estábamos haciendo lo que pensábamos mejor, en ese momento.
No estábamos locos, incluso a la altura de nuestra obsesión y control. Fuimos codependientes de factores no saludables en nuestras decisiones y comportamientos.
Para muchos millones de nosotros, esa revelación fue y sigue siendo un gran alivio. Nos liberamos para vivir nuestras vidas de una manera que era y sigue siendo lo mejor para nosotros.
!No hay vergüenza en eso!

(Melody Beattie).

Cómo viven los otros al Codependiente…

De cómo se ve a si mismo, a como lo ven los demás, en ocasiones, parece el reverso de la medalla: lo ven controlador, pues él/ella es el único que sabe cómo se hacen las cosas y presiona a los demás, para que se hagan tal y como dice, sintiéndose espiados y juzgados.
El miedo a quedar desamparados. Creen que no pueden hacerse cargo de sí mismos, cuando se hacen cargo de otros.
La falta de contacto con los sentimientos.
La falta de conciencia de cómo son abusados y cómo abusan.
La comodidad de estar en una situación conocida y evitar el miedo al cambio.
El no querer soltar el control.

(Berenice Sáinz Gómez de su Libro Libérate de Ser Redentor).

Como vive un Codependiente…

La persona codependienrte vive con gran sufrimiento interno, volviéndose cada vez más irresponsable (cuando cae en alguna adicción) o demasiado responsable, no sólo de lo que a él le toca, sino de lo que concierne a los demás. Siente que se “sacrifica” por los otros, ya que se niega muchas cosas a sí mismo. La lista de “no puedo por…” es muy grande. Siente que los demás no lo valoran ni aprecian. Se pregunta: ¿cómo es posible que él/ella haga tal cosa si sabe lo que me duele?
Se siente culpable si algo o alguien se encuentra mal, pues se cree responsable de los sentimientos, pensamientos, acciones, deseos y necesidades de otros.
Tiene la sensación de “no hacer lo suficiente”, por lo que da hasta el cansancio, estirando sus límites hasta volverlos inexistentes y permitiendo así abusos de todo tipo.
Dice “Sí”, cuando quieren decir “No”, para evitar los sentimientos dolorosos de culpa y de Se siente victimizado, enojado y abusado, cuando no obtiene lo que necesita, por lo que guarda gran cantidad de enojo que reprime y que lo lleva a depresiones, enfermedades, compulsiones que se convierten en adicciones (alcohol, drogas, trabajo, sexo, juego, comida, etc.), pues cualquier cosa que se haga en exceso, para sentir bienestar, es una adicción al descuidar otras áreas de la vida. Así, la codependencia es la puerta de entrada al mundo de las adiciones.
La adicción y la codependencia, en su nivel más básico, son el intento de controlar y satisfacer el deseo de felicidad. Ya Jung mencionó que lo que hay en el fondo de la adicción es una búsqueda espiritual.

(Berenice Sáinz Gómez de su Libro Libérate de Ser Redentor).

Codependencia y Amor…

Cuando hay codependencia, creemos que alguien/algo es vital en nuestra vida y vital es el contacto con nosotros mismos.
Otra cosa muy grave con la codependencia es lo que se piensa que es AMOR
. Esta palabra ha sido y es muy malentendida, es más, en el mundo en que vivimos, las canciones, poesías, novelas, lo que alientan y llaman amor, no es amor, es codependencia: letras de canciones como “…rómpeme, mátame pero no me ignores, no mi vida, prefiero que tú me mates que morirme cada día…” En todo esto, hay muchas fantasías románticas al respecto, siendo el ideal de muchos jóvenes vivir un amor tan apasionado. Es alarmante saber la cantidad de jóvenes que se sienten atraídas por personalidades conflictivas, teniendo la íntima creencia de que “mi amor lo va a cambiar” o “nadie lo ha querido como yo”.
También tenemos metida hasta la médula, dos tipos de creencias con respecto al amor:
✒ Por un lado creemos que cuanto más suframos por amor, amamos más.
✒ Y por otro lado creemos que la felicidad de los demás depende de lo que nosotros hagamos.
No, nosotros podemos cooperar para la felicidad o dolor de alguien, pero en ningún momento dependen de nosotros.
Con este tipo de condicionamientos, se vuelve una necesidad imperante revisar la veracidad del mensaje recibido, y saber que tenemos todo el derecho y el deber, de llevar nuestra vida hacia la plenitud de lo que somos.

(Berenice Sáinz Gómez de su Libro Libérate de Ser Redentor).

El Poder de Servir a Otros…

«¿Puedes servirte a ti mismo?», Le pregunté a un amigo que se detuvo a cenar.
«No hay problema», bromeó. «Ser egoísta es algo que hago bien».
Servir a los demás me fue entregado por primera vez como un salvavidas en la sobriedad temprana. Estaba en tratamiento por adicción a las drogas, y la gente me dijo que si quería ayudarme a mí mismo, tenía que involucrarme en actividades que sirvan a los demás. Necesitaba, al menos por unos minutos cada día, olvidarme de mí mismo y pensar en otra persona. Me pareció extraño que cuando había tanto de qué preocuparme en mi propia vida, necesitaba extenderme a los demás.
«Si no pienso en mí, ¿quién lo hará?», Me pregunté.
Un patrón comenzó a emerger. Si me involucré en actividades que sirvieron a otros, la vida también comenzó a responder amorosamente a lo que necesitaba. El pensamiento, la palabra o la acción correctas aparecieron. Las personas, mentores y ayudantes correctos también aparecieron en el camino. Apareció el trabajo correcto, a veces un trabajo mucho mejor de lo que hubiera pensado que merecía.
Más tarde, me enredé en esta línea de vida. Necesitaba dejar el servicio por un tiempo y aclarar qué era lo correcto. Intenté servir de maneras imposibles. Intenté que la gente dejara de hacer cosas que no querían dejar de hacer. Perdí la claridad sobre lo que estaba haciendo y por qué.
Cuando mi hijo murió, no tenía nada para dar. Pensé, «¿Por qué ayudar a otros, por qué servirles, si nunca puedo tener lo que quiero en la vida y si este dolor es mi recompensa?». Esa experiencia fue necesaria para mi dolor: el abandono, la recuperación de mi dolor, curar mis propias heridas. Pero llegó un momento en que quería una vida nuevamente. Y la única forma de obtener una vida era dar y servir.
Con todas sus trampas y lecciones, el servicio no es solo un valor que puede ayudar en nuestras vidas. Es un valor que puede abrir posibilidades milagrosas.

Valor: Servir a los demás, de una manera que los respete a ellos y a nosotros, es el valor para esta semana.

(Melody Beattie de su Libro 52 semanas de contacto consciente).

Meditación 31 de Octubre: Arrojarlo

A veces, no tenemos una sensación clara de expresar. Tenemos un montón de basura que hemos recolectado, y solo tenemos que botar.
Podemos estar frustrados, enojados, temerosos y enfermos de algo, todo en un grupo feo. Podríamos enfurecernos, herirnos, abrumarnos y sentirnos un tanto controladores y vengativos también. Nuestro material emocional se ha acumulado hasta un grado inmanejable.
Podemos ir a nuestro diario y escribir todo este lío de sentimientos, tan feo como se ve y tan torpe e ingrato como se siente al ponerlo en palabras. Podemos llamar a un amigo, alguien en quien confiamos, y simplemente compartir todo esto por teléfono. O podemos pisar nuestra sala de estar en la privacidad de nuestra propia casa y simplemente arrojar todo esto al aire. Podemos dar un paseo en nuestro automóvil, bajar la ventanilla y descargar todo mientras conducimos por el desierto.
La idea importante aquí es descargar nuestras cosas cuando se acumule.
No siempre tiene que ser tan saludable y tener el control de lo que siente. A veces, tirar todas tus cosas es la forma de limpiar las cosas.

«Dios, ayúdame a comprender que a veces lo único que me impide avanzar en mi vida es aferrarme a todas las cosas que realmente necesito abandonar».

(Melody Beattie de su Libro Mas del Lenguaje del Adios).