Ya no soñaba con tormentas, ni de mujeres, ni de grandes ocurrencias, ni de grandes peces, ni peleas, ni concursos de fuerza, ni de su esposa. Solo soñaba con los lugares ahora y de los leones en la playa. (Ernest Hemingway).
Muchos maestros de nuestro tiempo atribuyen la conciencia -la energía no solo la materia- a todas las creaciones que existen en el mundo maravilloso de Dios. Muchos maestros desde la antigüedad abrazaron esta filosofía también.
¿Cómo se siente cuando te sientas al lado de un roble en expansión? ¿Cómo se siente cuando se acuesta en la arena caliente de la playa, escuchando las olas chapoteando en la orilla? ¿Cómo se siente en la cocina por la mañana? ¿Cómo se siente cuando estás con tu mejor amigo? O tu esposo
¿Cómo se siente al entrar en una tienda llena de objetos hermosos, congestiones de ventas y señales que gritan: NO TOCAR?
Muchos de nosotros somos sobrevivientes. Aprendimos el arte de dejar nuestros cuerpos desde el principio, tal vez en nuestra infancia o tal vez más tarde, como una forma de lidiar con situaciones que no se sentían bien y que no nos hacían sentirnos bien. Aprendimos a negar cómo se siente una situación, y a menudo, cómo se sentía estar con ciertas personas, para poder enfrentar las situaciones en las que nos encontramos porque no teníamos las herramientas o el poder para escapar. Nos capacitamos para ignorar cómo se sienten las cosas, o nos dijimos que no teníamos otra opción, o que realmente no teníamos voz en el asunto.
Ya no tenemos que sobrevivir. Ese tiempo ya pasó. Ahora es el momento de vivir.
Regresa a tu cuerpo. Estira tus sentidos para que te llenen a todos: tu sentido del gusto, el olfato, el tacto, la vista y el sonido, y también tus sentidos intuitivos. ¿Cómo te sientes emocionalmente? Si no puede poner palabras, simplemente describa lo mejor que pueda. Luego ve al siguiente nivel. Sintonice los sentimientos y los estados de ánimo del mundo que le rodea, pero no tanto que tome estos sentimientos como los suyos. Sintonice lo suficiente como para reconocer cómo se siente la energía de cada situación.
No juzgue sus respuestas y sentimientos como buenos o malos. Y no tiene que hacer nada para controlar cómo se siente, a usted u otra persona. Solo permítete experimentar y reconocer cómo se siente ser tú.
Parte de practicar el lenguaje del adiós significa aprender a deleitar y deleitarse con todos nuestros sentidos, incluido nuestro conocimiento interno.
Aprende a expresarte con certeza y confianza, ¡así es como me siento!
Dios, ayúdame a vivir plenamente.
(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós- Meditaciones para Codependientes).