Solo por Fe volvemos a la cordura…

El Segundo Paso de CoDA dice: «Llegamos a creer que un Poder superior a nosotros mismos podía devolvernos la cordura». Este paso se centra en la idea de la fe en un Poder superior y puede ser una reflexión poderosa para aquellos que buscan sanar de la codependencia.

En este paso, encontramos la semilla de la esperanza. Nos invita a abrir nuestras mentes y corazones a la posibilidad de que existe un Poder superior a nosotros mismos que puede ayudarnos a recuperar la cordura en medio del caos de la codependencia.

La codependencia nos ha llevado a un estado de confusión y dolor. Hemos perdido de vista quiénes somos realmente, nuestras necesidades y deseos se han mezclado con los de los demás, y nos hemos perdido en la búsqueda constante de validación y amor externo. Pero en este paso, nos movemos hacia la «liberación» de ese ciclo destructivo.

Creer en el poder de Dios implica reconocer humildemente que nuestras propias fuerzas y habilidades son limitadas y que hay un potencial más allá de nosotros mismos que puede ayudarnos a sanar y a encontrar el camino hacia una vida más saludable y equilibrada.

Es como si estuviéramos buscando una brújula en medio de la tormenta. La codependencia nos ha dejado desorientados, pero al creer en Dios, comenzamos a sentir que hay una guía disponible para nosotros. Es como si un faro se encendiera en la oscuridad, mostrándonos un camino hacia la recuperación y la paz interior.

Este paso nos invita a dejar atrás el ego y la arrogancia que a veces nos impiden pedir ayuda. Nos anima a abrirnos a la posibilidad de que hay una fuerza amorosa y comprensiva que está dispuesta a caminar junto a nosotros en nuestro viaje hacia la curación, y nos recuerda que no estamos solos en nuestra lucha contra la codependencia. Al creer en un Poder superior, comenzamos a cultivar la confianza en que, con ayuda divina podemos recuperar la cordura y encontrar un camino hacia una vida más plena y significativa.

Este análisis, a la luz de la fe en Dios, se sustenta en Proverbios 3:5-6, que dice: «Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas. Este versículo enfatiza la importancia de confiar en Dios y reconocerlo en todas las áreas de tu vida. Implica que, al confiar en Dios y permitirle guiar tus pasos, encontrarás claridad y dirección en tu camino.

Esta paso se alinea con la idea de reconocer que nuestras propias habilidades y comprensión son limitadas, y abrirnos a la guía divina en nuestra búsqueda de recuperación y sanación. (Alpha).

Impotencia ante la Codependencia y Fortaleza en la Fe…

El primer paso en el programa de CoDA nos invita a admitir nuestra impotencia ante la codependencia y reconocer que nuestras vidas se han vuelto ingobernables. Este paso, visto a través del prisma de la fe, se convierte en un acto de humildad y rendición ante Dios.

Al admitir nuestra impotencia, reconocemos que, por nosotros mismos, somos incapaces de superar la codependencia, y que necesitamos algo más grande que nosotros para encontrar la sanación. Aquí es donde nuestra relación con Dios se vuelve fundamental. La fe nos lleva a aceptar que, aunque somos frágiles e imperfectos, no estamos solos en nuestra lucha.

Al rendirnos ante Dios, depositamos nuestras cargas a Sus pies y confiamos en Su amor y gracia para guiarnos en nuestro camino hacia la recuperación. Esta rendición no es signo de debilidad, sino de fortaleza, ya que reconoce la omnipotencia de Dios y nuestra necesidad de Su intervención en nuestras vidas.

La relación de fe con Dios nos proporciona esperanza y fortaleza. Nos recuerda que somos amados incondicionalmente y que, a pesar de nuestras luchas y fallos, somos dignos de amor y redención. La fe ilumina nuestro camino, ofreciéndonos una fuente inagotable de consuelo y apoyo.

Al aplicar el primer paso de CoDA a la luz de la fe, no solo nos enfrentamos a nuestra propia realidad, sino que también nos abrimos a la acción transformadora de Dios en nuestras vidas. Esta apertura nos permite experimentar una renovación interior, un renacimiento del espíritu, que es esencial para superar la codependencia y construir relaciones más saludables y equilibradas.

El primer paso de CoDA, en conjunción con una sólida relación de fe con Dios, sienta las bases para una recuperación profunda y duradera, marcada por la gracia, la esperanza y el amor divino.

¿En qué se sustenta este análisis? En 2 Corintios 12:9-10, se expresa: «9 Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10 Por eso, por amor a Cristo me regocijo en las debilidades, en los insultos, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.»

Este versículo refleja la idea de que, en nuestra debilidad e impotencia, encontramos la fuerza y el poder de Dios. Al admitir nuestras limitaciones y rendirnos ante Dios, nos abrimos a Su gracia y amor, que son suficientes para superar nuestras luchas y guiarnos hacia la recuperación. (Alpha).

Necesidad de controlar a otros…

¿Por qué a las mujeres nos atrae tan profundamente la idea de convertir a alguien infeliz, enfermo o peor en nuestra pareja perfecta? ¿Por qué es un concepto tan atractivo, tan perdurable?
Para algunos, la respuesta parecería obvia: la ética judeo—cristiana encarna el concepto de ayudar a aquellos que son menos afortunados que nosotros. Nos enseñan que es nuestro deber responder con compasión y generosidad cuando alguien tiene un problema. No juzgar sino ayudar: ésa parece ser nuestra obligación moral.
Lamentablemente, estos motivos virtuosos de ninguna manera explican por completo el comportamiento de millones de mujeres que eligen como pareja a hombres que son crueles, indiferentes, abusivos, emocionalmente inaccesibles, adictos, o incapaces por alguna otra razón de ser cariñosos y de interesarse por ellas. Las mujeres que aman demasiado hacen esas elecciones impulsadas por una necesidad de controlar a quienes están más cerca de ellas.
Esa necesidad de controlar a otros se origina en la niñez, durante la cual se experimentan muchas emociones abrumadoras: miedo, furia, insoportable tensión, culpa, vergüenza, pena por otros y por uno mismo. Una niña que creciera en un ambiente así sería afectada por esas emociones hasta el punto de ser incapaz de funcionar a menos que desarrollara formas de protegerse. Siempre, sus herramientas de autoprotección incluyen un poderoso mecanismo de defensa, la negación, y una igualmente poderosa motivación subconsciente, el control. Todos empleamos inconscientemente mecanismos de defensa tales como la negación a lo largo de nuestra vida, a veces por cuestiones bastante triviales y otras veces por asuntos y acontecimientos importantes. De otro modo, tendríamos que enfrentar hechos acerca de quiénes somos y lo que pensamos y sentimos que no concuerdan con nuestra imagen idealizada de nosotros mismos y de nuestras circunstancias.

(Robin Norwood de su Libro Las Mujeres que Aman demasiado).

Otro Enfoque sobre la Codependencia…

Significado

La Codependencia sería, pues, una forma de adicción como la drogodependencia, la ludopatía u otras adicciones.
El término hoy día hace referencia a la actitud obsesiva y compulsiva hacia el control de otras personas y las relaciones, fruto de la propia inseguridad. Y es condición necesaria que el trastorno o la enfermedad de la otra persona sea crónica, pero llevando asociada la esperanza de que puede ser curada.

La expresión sintomática del codependiente se caracteriza por la necesidad de tener el control sobre el otro, por una baja autoestima, por un locus de control externo, por una sensación de escasa autoeficacia, por un autoconcepto negativo, por la dificultad para poner límites, por la represión de emociones, por hacer propios los problemas del otro, por la incapacidad para pedir ayuda, por la negación del problema, por ideas obsesivas y conductas compulsivas, por el miedo a ser abandonado, a la soledad o al rechazo. Además los codependientes suelen ser extremistas, o hiperresponsables o demasiado irresponsables, se niegan a sí mismos y se sienten víctimas porque sacrifican su propia felicidad, toman todo en serio, tienen dificultad para la diversión y se juzgan sin misericordia.

Tipología de la codependencia

Se han identificado cuatro tipos de codependientes:

– El codependiente directo que presenta uno de los comportamientos que genera más dificultades en el proceso terapéutico porque su conducta va desde proporcionarle la droga hasta dinero o el lugar donde pueda consumir la droga.
– El codependiente indirecto mantiene una conducta de oposición declarada y objetiva a la adicción del familiar pero, a la vez, protege al adicto, y evitan que se responsabilice de sus acciones.
– El codependiente tolerante desempeña el rol de sufridor. Su rol no es modificar el comportamiento del adicto sino contemplar como se autodestruye pero queriendo sacar lo que queda de bueno y noble en él.
– El codependiente perseguidor es el familiar más comprometido en controlar la conducta autodestructiva del adicto. Despliega un sistema de conducta para descubrirlo. Es el que opera con un control externo.

La codependencia puede también ser percibida en el comportamiento de los hijos de drogodependientes, de enfermos mentales graves y en los hijos que han perdido a un progenitor a una edad temprana. Cuatro suelen ser los roles de estos hijos.

Desarrollo de la codependencia

Los cambios que ocurren en la interacción entre le niño y la figura de apego puede determinar la aparición del conflicto del vínculo. Este puede surgir cuando al niño se le comienza a exigir un comportamiento más adecuado a lo que se considera socialmente es deseable, instándole a adquirir mayor autonomía e independencia, cuando al mismo tiempo no tiene con la figura de apego una relación íntima, cálida y continua, en la que los dos encuentren alegría y satisfacción. El niño siente que si se preocupa y le presta servicio a la figura de apego es correspondido y si no se preocupa y no le sirve puede ser abandonado o rechazado.

El niño percibe el desinterés o desapego de la madre o figura sustituta. Y busca apoyo y compañía sometiéndose, halagándola y satisfaciéndola por todos sus medios. El niño permanece atento a sus señales que le informan sobre los gustos de la madre, y por supuesto evita cualquier agresión. Lo que genera que el niño sienta una particular debilidad centrada en la necesidad de protección que le hace buscar la compañía de la madre.

También la vinculación defectuosa puede generar lo que ha venido en denominarse la “absorción emocional” que tiene lugar cuando al niño no se le permite separarse de la madre en el momento oportuno. Si una madre o figura sustituta es sobreprotectora y no acaba de distanciarse y de aflojar los lazos para permitir que el niño se convierta en una persona independiente, entonces el niño no se vinculará adecuadamente.

De manera que la codependencia puede forjarse a partir de las necesidades no satisfechas en el ser humano durante su infancia, las cuales han impedido una maduración conveniente para poder adaptarse a situaciones de relaciones interpersonales.

Cuando las necesidades físicas y emocionales del niño no son satisfechas de una manera adecuada, su self verdadero, auténtico va construyendo las etapas evolutivas con el apoyo de un yo subordinado que desarrolla roles que le permiten superar las experiencias problemáticas de la infancia, y que para sobrevivir le incita al niño a aprender a “servir a los demás” descuidándose a sí mismo.
Los codependientes insisten en repetir las mismas conductas ineficaces que utilizaron cuando eran niños para sentirse aceptados, queridos o importantes y mediante esas conductas buscan aliviar el dolor y la pena por sentirse abandonados. Sin embargo, paradójicamente las conductas codependientes perpetúan esos sentimientos.

Este vínculo defectuoso que establece el codependiente está colocado en la preocupación por lo que el otro piensa, en el miedo a la pérdida de la relación, sintiendo y vivenciando la culpa y siempre tratando de reparar. El codependiente percibe un mundo interrelacional peligroso, entre la necesidad de proteger y el temor a ser abandonado, anticipando la excesiva separación y sobre todo la pérdida de amor.

La acción de estos factores precipitantes sobre la vulnerabilidad previa, provoca los síntomas que identifican a la codependencia. Y los factores de mantenimiento actúan sobre los factores precipitantes para que su acción haga que perdure la codependencia. Estos factores mantenedores son distorsiones cognitivas, sobre todo del tipo de creer que su razonamiento es el que contiene mayor nivel de certeza como negar sus necesidades básicas o confiar en una solución casi mágica de la adicción o enfermedad del otro.

De manera que el término codependencia hace referencia a que la dependencia es cosa de dos: un sumiso (dependiente manifiesto) y un controlador (dependiente larvado) que se necesitan mutuamente para la supervivencia emocional. Una caricatura adulta de la simbiosis original madre-hijo.

Abordaje

Aquí se propone la Psicoterapia Interpersonal que trataría de reconstruir la identidad dañada del codependiente a través del fomento de la autoestima, del reconocimiento de sus sentimientos, de potenciar sus habilidades relacionales, de favorecer su autoconcepto positivo y de su asertividad. De manera que el objetivo sería ir convirtiéndose en uno mismo, con actitudes, opciones y comportamientos libres.
Se ha señalado que la codependencia es una entidad diagnóstica curable. Pero sin un tratamiento adecuado puede convertirse en una adicción a sustancias químicas. Por lo que se incide en la necesidad ineludible de trabajar la independencia.
Este abordaje es una adaptación de la Psicoterapia Interpersonal, que comenzó siendo utilizada en la depresión y más tarde en la distimia, en trastornos alimentarios, en el trastorno bipolar, en el trastorno borderline de la personalidad y en drogodependencias. Está basado en un enfoque pluralista, no doctrinario y empírico.
La actitud del terapeuta es activa y no pasiva ni neutral; y la relación terapéutica no es una relación de amistad, ni es analizada como una manifestación de la transferencia.

Estrategias

Se organizan en tres fases:

Fase Primera

En ella se realiza un contrato terapéutico explícito y se trata de relacionar la codependencia con el contexto interpersonal, revisando ordenadamente las relaciones interpersonales pasadas en relación con lo actual, ya que la codependencia es un estilo de vida y de relación.
Después se procedería a determinar los objetivos del tratamiento que pasarían por:
. Reconocer y aceptar la existencia de un problema, porque experimentan emociones negativas perturbadoras que les impiden abandonar la relación insatisfactoria.
. Desprenderse emocionalmente de los problemas de los demás, ya que no tienen porqué ser abandonados, porque son dignos, alguien bueno les podrá aceptar y merecen algo mejor.
. Responder con acciones y no únicamente con preocupación, dejando el rol de sufridor.
. Centrar la atención y la energía en su propia vida y no en otra relación.
. Asumir su responsabilidad no viviendo la situación con sentimiento de culpa (Bononato, 1996), porque los codependientes suelen sentirse responsables últimos de la adicción o del problema del otro.
. Salir del ambiente familiar implica fortalecer las fronteras de la familia y abrir otros círculos: asociaciones, trabajo o voluntariado.

Fase Segunda

Se trabajan las principales problemas interpersonales actuales y se abarcarían las siguientes áreas-problemas:

. Duelo: la relación actual de codependencia se pone en conexión con otras relaciones anteriores y se exploran los sentimientos asociados tanto positivos como negativos y se analiza qué obtienen y qué perderían en esa relación.
. Disputas personales: consiste en recobrar la libertad de formar nuevos vínculos y relizar cambios activamente aunque no tengan éxito.
. Déficit interpersonales: se relaciona la codependencia con los problemas de aislamiento social o de insatisfacción y se exploran las pautas repetitivas en las relaciones.
. Transiciones de rol: consiste en explorar las posibilidades de un nuevo rol más autónomo, en desarrollar nuevas habilidades para el desempeño del mismo y evaluar de forma realista lo que puede perderse.

Fase Tercera

En ella se pasa revista a los progresos efectuados y se trata de hablar explícitamente de la finalización de la relación terapéutica, en reconocer que este final es un periodo de separación, despedida y duelo, en reforzar el sentimiento de independencia del paciente y en estar dispuesto a abandonar y a ser abandonado.

Técnicas

Se sugieren entre otras, las técnicas exploratorias que pueden ser directivas y no directivas (preguntas, verbalizaciones genéricas, abiertas).

Otra técnica es el nudo del problema que es una forma de hacer un gráfico de las posiciones relacionadas de diversos miembros del sistema familiar en el ámbito de las construcciones que tienen los unos de los otros y de las acciones que son coherentes con esas construcciones.

Otra es la autocaracterización y la caracterización de la familia o de su relación de dependencia que consiste en dar al cliente instrucciones para que escriba de forma libre una descripción de sí mismo, de su familia o de su relación de dependencia, tal como la escribiría alguien real o imaginario que conociera al cliente o familia íntimamente y de forma comprensiva, quizá mejor que nadie. La descripción resultante es en sí misma una útil herramienta de evaluación y se puede usar para estimular la creación de un papel alternativo como base para la terapia de rol fijo.

Ésta consiste en el desarrollo y la representación de una identidad o rol hipotético, que tiene implicaciones nuevas para ver y vivir la vida de manera diferente. A la identidad alternativa se le da un nombre diferente al del cliente. El cliente representa el papel en la vida diaria sin informar a los otros del experimento, pero sólo durante un periodo fijo de tiempo, después del cual se deshecha la identidad hipotética, y el terapeuta y el cliente comentan las implicaciones del ejercicio para reinventar la biografía del cliente.

Y también la técnica del juego del rol en la que el terapeuta asume una determinada persona en la vida del paciente para explorar los sentimientos y estilo de comunicación del paciente con los demás y probar y practicar nuevas formas de comportarse con otros.

La clarificación que es utilizada para reestructurar el material que trae el sujeto y devolvérselo como feed-back.

Otras técnicas son el autorregistro de hábitos o conductas, el cuestionar creencias inadecuadas, la práctica de habilidades nuevas, la resolución de problemas, reformular que consiste en poner el problema presentado en unos términos que son distintos a los empleados por el sujeto o la familia, pero más viable para el planteamiento terapéutico y preguntándole si es lo que quería decir, la dramatización, la paradoja que consiste en indicaciones para realizar intencionalmente precisamente aquellas cosas que el consultante quiere dejar de hacer, el alentar la expresión de afectos para que el sujeto reconozca y acepte sentimientos dolorosos que no pueden o no deben cambiar y que desarrolle afectos deseables nuevos para conseguir cambios interpersonales deseados, la prescripción de rituales son una serie de tareas ceremoniales que constan de diversos pasos, y que involucran a todos los miembros de la familia y que, por lo común, tienen significado simbólico, y el cuestionamnto circular, a través de él se revelan relaciones y diferencias entre miembros de la familia. Implican cuestiones triádicas donde a un miembro de la familia se le invita a describir cómo otros miembros se relacionan o reaccionan a algunos hechos familiares.

La especificidad de la psicoterapia interpersonal son sus estrategias, no sus técnicas. Por lo que cabe la posibilidad de utilizar todas las técnicas que sirvan para reconstruir el propio pasado y discernir en él nuevos temas que apunten hacia un futuro más esperanzador suelen ser efectivas. De ahí su eclecticismo técnico.

(Tomado de su texto original: https://psiquiatria.com/adicciones/un-enfoque-de-la-codependencia/).

Abriéndonos al Amor…

Abrirse al amor que está disponible para nosotros.
No tenemos que limitar nuestras fuentes de amor. Dios y el Universo tienen un suministro ilimitado de lo que necesitamos, incluido el amor.
Cuando estemos abiertos a recibir amor, comenzaremos a recibirlo. Puede venir de los lugares más sorprendentes, incluso desde dentro de nosotros mismos.
Estaremos abiertos y conscientes del amor que existe y ha estado ahí para nosotros todo el tiempo. Sentiremos y apreciaremos el amor de los amigos. Notaremos y disfrutaremos del amor que nos llega de la familia.
Estaremos listos para recibir amor en nuestras relaciones de amor especiales también. No tenemos que aceptar el amor de personas inseguras, personas que nos explotarán o con quienes no queremos tener relaciones.
Pero hay un montón de buen amor disponible, el amor que sana nuestro corazón, satisface nuestras necesidades y hace que nuestro espíritu cante.
Nos hemos negado demasiado tiempo. Hemos sido mártires demasiado tiempo. Hemos dado tanto y nos hemos permitido recibir muy poco. Hemos pagado nuestras cuotas. Es hora de continuar la cadena de dar y recibir permitiéndonos recibir.

«Hoy, me abriré al amor que me viene del Universo. Lo aceptaré y lo disfrutaré cuando llegue».

(Melody Beattie).

No hay vergüenza en ser Dependiente…

Después de aprender acerca de la codependencia y las conductas involucradas con ella, y luego trabajar en la elección de diferentes opciones de conducta, como desprenderse, dejar de lado, sentir mis emociones y establecer y reforzar límites, incluso decir que no, comencé a sentirme … avergonzado por haber sido tan descaradamente codependiente.
Había sido la chica del cartel para el estereotipo obsesivo, controlador, obsesivo, retorcido de manos, agobiado por la ansiedad, plagado de personas, asociado a menudo a personas que se identifican a sí mismas como «codependientes».
Ser codependiente no era glamoroso. No era algo de lo que estuviera orgulloso.
Entonces empecé a comprender: no es vergonzoso ser codependiente o haber sido así.
Al tomar decisiones y elecciones, todos tomamos en consideración varios factores: el impacto de nuestra elección en las personas que amamos, los resultados de esa elección en nuestras vidas (y las de otras personas) y otras consideraciones.

Ser «Codependiente» no significa que estemos locos. Y no es motivo de vergüenza. Significa que ahora estamos considerando conscientemente las motivaciones para nuestras decisiones. Para muchos de nosotros, significa que, en lugar de tomar nuestras decisiones únicamente para complacer a otros, o para tratar de controlarlos, estamos considerando todas nuestras opciones y, finalmente, (para muchos de nosotros), comprender el impacto de nuestras decisiones y comportamientos. en nosotros mismos Aprendimos que también importamos.
No hay necesidad de avergonzarse de ser (y permanecer).
No hay que avergonzarse de haber pasado por el proceso de permitir que la codependencia (de manera negativa) afecte nuestras vidas, y luego aprender a dejar de intentar hacer lo que es imposible (controlar a los demás) y comenzar a centrarse en lo posible: cuidar bien Nosotros mismos. Conscientemente y de una manera que tenga en cuenta a los demás y (al fin) a nosotros mismos cuando tomamos decisiones.
Sentirse avergonzado de las diferentes etapas de la vida que experimentamos en el camino de convertirnos en quienes somos ahora no es diferente de encogerse cuando vemos fotos de cómo usábamos nuestro cabello hace 25 años. Podemos sentirnos de esa manera; pero no es necesario. Estábamos haciendo lo que pensábamos mejor, en ese momento.
No estábamos locos, incluso a la altura de nuestra obsesión y control. Fuimos codependientes de factores no saludables en nuestras decisiones y comportamientos.
Para muchos millones de nosotros, esa revelación fue y sigue siendo un gran alivio. Nos liberamos para vivir nuestras vidas de una manera que era y sigue siendo lo mejor para nosotros.
!No hay vergüenza en eso!

(Melody Beattie).

Cómo viven los otros al Codependiente…

De cómo se ve a si mismo, a como lo ven los demás, en ocasiones, parece el reverso de la medalla: lo ven controlador, pues él/ella es el único que sabe cómo se hacen las cosas y presiona a los demás, para que se hagan tal y como dice, sintiéndose espiados y juzgados.
El miedo a quedar desamparados. Creen que no pueden hacerse cargo de sí mismos, cuando se hacen cargo de otros.
La falta de contacto con los sentimientos.
La falta de conciencia de cómo son abusados y cómo abusan.
La comodidad de estar en una situación conocida y evitar el miedo al cambio.
El no querer soltar el control.

(Berenice Sáinz Gómez de su Libro Libérate de Ser Redentor).

Como vive un Codependiente…

La persona codependienrte vive con gran sufrimiento interno, volviéndose cada vez más irresponsable (cuando cae en alguna adicción) o demasiado responsable, no sólo de lo que a él le toca, sino de lo que concierne a los demás. Siente que se “sacrifica” por los otros, ya que se niega muchas cosas a sí mismo. La lista de “no puedo por…” es muy grande. Siente que los demás no lo valoran ni aprecian. Se pregunta: ¿cómo es posible que él/ella haga tal cosa si sabe lo que me duele?
Se siente culpable si algo o alguien se encuentra mal, pues se cree responsable de los sentimientos, pensamientos, acciones, deseos y necesidades de otros.
Tiene la sensación de “no hacer lo suficiente”, por lo que da hasta el cansancio, estirando sus límites hasta volverlos inexistentes y permitiendo así abusos de todo tipo.
Dice “Sí”, cuando quieren decir “No”, para evitar los sentimientos dolorosos de culpa y de Se siente victimizado, enojado y abusado, cuando no obtiene lo que necesita, por lo que guarda gran cantidad de enojo que reprime y que lo lleva a depresiones, enfermedades, compulsiones que se convierten en adicciones (alcohol, drogas, trabajo, sexo, juego, comida, etc.), pues cualquier cosa que se haga en exceso, para sentir bienestar, es una adicción al descuidar otras áreas de la vida. Así, la codependencia es la puerta de entrada al mundo de las adiciones.
La adicción y la codependencia, en su nivel más básico, son el intento de controlar y satisfacer el deseo de felicidad. Ya Jung mencionó que lo que hay en el fondo de la adicción es una búsqueda espiritual.

(Berenice Sáinz Gómez de su Libro Libérate de Ser Redentor).

Lo que mantiene la Codependencia…

El tener relación cercana con personas perturbadas, necesitadas o dependientes, la dispara.
La vivencia de que “Aquí no pasa nada”: después de vivir una situación fuerte, importante, se hace “borrón y cuenta nueva”, no se habla de eso, como si nunca hubiera sucedido.
La esperanza: por el deseo de que los sueños se hagan realidad, esperar sin fin el cambio de conducta del otro. Creer en las palabras del otro y confiar que así será, sin observar los actos. Sabemos que lo necesario para que la mentira funcione es la necesidad de creerla. viendo o deseando algo que creemos va a suceder) o en el pasado (con resentimientos o añoranzas). Al poner la atención en nuestros sentidos, vivimos el presente. Cuidar al “monito borracho” de nuestra mente que va de pensamiento en pensamiento. La mayoría de las veces que sufrimos, lo hacemos gratis: existe sólo en nuestra mente, no en la realidad.
Por ejemplo, tu hijo, marido, quedó en estar en casa a determinada hora y no ha llegado. Tú empiezas a imaginar que le ha pasado lo peor y sufres tremendamente. Con cada pensamiento de sufrimiento tu cuerpo segrega cantidad de toxinas que te envenenan. Pasan las horas y él llega sano y salvo. Tu sufrimiento se cambia en coraje y todas esas horas de dolor fueron gratuitas: te lo imaginaste, pero no pasó en realidad.
Educar la mente, es aprender a observarla, a detenerla y a decidir qué clase de pensamientos decides tener y cuáles no.
✒ Creer en los hechos, no en las palabras: a menos que los hechos respalden que puedas creer en las palabras.
✒ Cubrir nuestras necesidades: Las necesidades que queremos que alguien nos cubra, sean materiales o afectivas, cubrirlas nosotros. Cuando queremos que alguien haga algo positivo, preguntarnos si no somos nosotros quienes lo queremos hacer.
✒ Poner a los demás y a nosotros mismos los límites que necesitamos: hay señales, como si de un semáforo rojo se tratara, que nos indican cuando necesitamos marcar límites: cuando nos sentimos victimados, abusados, enojados, cuando nos quejamos y lamentamos, es hora de marcar límites y de ver qué límites hemos traspasado. Diferencia entre límites y demandas: Demanda = yo quiero que tu… Límite = cómo voy a responder yo ante determinada conducta.
✒ Escucharnos: escuchar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros sueños, anhelos, gustos. Escuchar nuestro cuerpo. Observar cómo respondemos.
✒ Desarrollar la autoestima: trabajando en nuestras imperfecciones y potencializando los dones que tenemos.
✒ Crecer espiritualmente: Buscando constantemente la “magia” de la vida, descubriendo al Creador Supremo, viéndolo en mil cosas. Trabajando en las imperfecciones, limitaciones, en nuestra parte “oscura”.
✒ Cuidar de nosotros, sin importar qué suceda y con quién estemos: conocer y ejercer nuestros derechos personales. Somos la única persona con la que estaremos toda nuestra vida a cada instante, por lo tanto, somos a quien más necesitamos cuidar.
✒ Desapegarnos, desprendiéndonos del cuidado obsesivo por otros, para hacerlo por nosotros mismos: en el desprendimiento hay mucho amor y respeto; respeto a tu capacidad de crecer, a tu capacidad de manejar tus problemas, al modo como quieres vivir tu vida, y amor, amor a tu única individualidad, amor a la esencia del ser que eres.

En el desprendimiento cambiamos la energía hacia nosotros: Dejamos de meter la mano en responsabilidades de otros y empezamos a hacernos cargo de nuestras responsabilidades: explorar nuestros sentimientos, satisfacer nuestras necesidades y luchar por nuestros derechos teniendo límites claros.
El desprendimiento es el primer paso hacia la desvictimización, dejamos de ser víctimas de otros, de nosotros mismos, de nuestra historia personal, de la vida. Nos hace ver nuestra impotencia ante lo que no podemos controlar, para que recuperemos nuestro poder personal.

(Berenice Sáinz Gómez de su Libro Libérate de Ser Redentor).